Futboleando

En el mundial del ’78, en Córdoba, fui al estadio Olímpico Chateau Carreras, hoy denominado Mario Alberto Kempes, a ver el partido entre Alemania y Holanda. Por una “razón irracional”, como todos los  sentimientos que mueve el fútbol, nunca me gustó el juego de Holanda, ni siquiera ese año en que era considerada la heredera de la «naranja mecánica», la selección que jugaba un «fútbol total». Era el equipo más promocionado como posible ganador de la Copa Mundial -todavía es un mimado de la prensa deportiva- y, hasta hoy, nunca pudo ganar ese trofeo.

No recuerdo si Alemania convirtió el primero o el del empate (terminaron 2 a 2), pero hubo uno de los dos goles alemanes que fue muy bueno y lo festeje con fuerza, de pié y los brazos en alto. Alrededor de mi entusiasmo lanzado al aire hubo un silencio significativo y me quedé helado (ya el clima atmosférico era de invierno, pero tuve la certeza de haber metido la pata). Casi toda esa tribuna era contraria a Alemania. Cuando me disponía a sentarme, mirando la silla para comprobar que no me la habían quitado o colocado algo inconveniente, un cordobés bien cordobés -morocho total- vociferó, aunque estaba al lado: “Tío, aquí somos hinchas de Holanda”. Y comenzó a gritar buscando el coro: “Jolan, Jolan, Jolan”, una  versión local del inglés macarrónico. Cosas de tribuna.

Ese año ’78 Holanda llegó a la final y jugó contra Argentina, un equipo que fue creciendo en lo deportivo y en la consideración del público, hasta jugar bastante bien a medida que pasaban los partidos. No pude ir a la cancha. No lo permitía la situación política -estaba cerca de partir a España- y lo vi por televisión junto a Nélida embarazada. Ganó Argentina por un incuestionable 3 a 1 y Mario Alberto Kempes fue considerado héroe en un equipo con mucho protagonismo cordobés: además de él, estaban Miguel Ángel Oviedo, Luis Galván, Osvaldo Ardiles, Héctor Baley. La verdad es que fue una alegría, a pesar de las circunstancias confusas que se vivían. Mucha gente -nos identificamos con ellos- no conocíamos la gravedad de la represión, ni en su extensión ni en el grado de horror que alcanzó el terrorismo de Estado.

El partido de hoy 9 de julio nos dio otra vez una satisfacción. Principalmente porque pasamos a disputar la final que consagrará al Campeón del Mundo 2014 pero, como queda dicho, tuvo además el plus de ganarle a Holanda. Miremos  desde otra óptica y seamos sinceros -trato de serlo siempre-, no hubiera sido lo mismo ganarle a Costa Rica. La selección de los “ticos” pudo haber derrotado a Holanda y hubiéramos jugado contra ellos. No hubiera sido lo mismo. El corazoncito latinoamericano late y crece y los europeos -amigos sólo formalmente-  son recordados como los colonizadores, los expoliadores, los saqueadores.

El fútbol es un revulsivo de pasiones y saca a la luz prejuicios, simpatías, enconos, altruismo, piedad, odio, amor…Es muy difícil la neutralidad -salvo para algún santo- y, así como hay hinchas fanáticos hay personas que aborrecen el fútbol. En este caso, aflora la degradación, el menoscabo, la irritación con ese «bando de decadentes» que «aplauden a 22 tipos corriendo tras un cuero de chancho”. En todo caso, hasta los que aspiran a superar las pasiones mecánicas tienen preferencias emotivas.

Hoy ganó Argentina en un partido donde apareció el juego de equipo que buscaba su director técnico Alejandro Sabella y Leonel Messi aportó como uno más. Es que las individualidades no están en discusión: entre los  jugadores con jerarquía internacional, están además de Messi, Sergio Agüero, Gonzalo Higuaín, Ángel De María, Javier Mascherano, Martín Demicheli, Rodrigo Palacios, Ezequiel Lavezzi y los que se han revelado como grandes figuras Pablo Zabaleta, Marcos Rojo, Ezequiel Garay,  Lucas Biglia, Enzo Pérez, Sergio Romero, Maximiliano Rodríguez (los dos últimos héroes de los penales). Fue un verdadero equipo frente a otro de similar valía. El resultado fue una contienda pareja, con más ocasiones para Argentina pero concluyó en empate. Luego, los penales, ese “otro partido” y el triunfo argentino.

El país fue una fiesta, según nos mostró la televisión. Y en Buenos Aires pudimos verla y vivirla en la calle Corrientes, de bote a bote, hasta el obelisco y más allá.

Estar en la final de la Copa Mundial ya es una satisfacción enorme, un premio al esfuerzo y a los méritos de 23 jugadores y un cuerpo técnico calificado, estudioso, abierto a sugerencias,  motivador. Todos ellos, gente agradecida, sencilla y con ganas de aprender y ser mejores.

Es bueno agradecer lo que ya se ha conseguido pero esto no significa resignarse con lo hecho. Ahora vamos por más, vamos por Alemania. Podemos ganar.

Otra Vez La Represión

Mirando Crónica TV hoy, 7 de julio de 2014, uno podría haber pensado que estábamos en cualquier día de los años 60 o 70. Los camiones hidrantes que llamábamos Neptuno, las tropas de infantería con bastones, escudos y escopetas; del otro lado,  trabajadores denunciando vaciamientos, despidos, carestía.

E los ’60, enfrentábamos a la represión del general Juan Carlos Onganía que usó la política de “palos y agua” para tratar de controlar las expresiones populares y políticas de sus opositores, tanto porque repudiábamos su golpe de estado como su economía de exclusión. Pero el paisaje que mostraba hoy el televisor era el mismo, porque es el escenario de cualquier represión.

Ya lo habíamos vivido en 1962  y lo habíamos enfrentado en Córdoba durante la sangrienta jornada en que nos visitó otro general, Charles De Gaulle. Ese día el destino nos puso a prueba porque el herido de bala que auxiliamos casi muere en nuestros brazos. Cuando llegamos hasta la ambulancia el enfermero nos anticipó con gestos el desenlace posterior.

Esta mañana efectivos de Infantería de la Policía Federal realizaron un violento operativo de desalojo del corte de la avenida General Paz. Los obreros de Emprendimientos Ferroviarios (Emfer) y de Tecnología Avanzada en Transportes S.A. (Tatsa), proveedora de material ferroviario, denunciaban «el vaciamiento» de las empresas y la falta de pago de los salarios, entre otras cuestiones.

Los trabajadores respondieron con piedras y hubo heridos en ambos bandos, una acción y una reacción. Pero es el desempeño de la  policía el que nos interesa considerar ya que es el Estado quien tiene el monopolio de la fuerza pública y es el gobierno el responsable de su utilización.

Hoy, en 2014, este paisaje que vimos, combatimos y sufrimos tantas veces durante las dictaduras y en muchos “gobiernos democráticos”, no corresponde. No encaja. Confunde.

Nos habíamos convencido de que Néstor Kirchner iba a respetar -lo hizo- al igual que los gobiernos de su mismo signo político -lo hicieron hasta ahora- el  compromiso de permitir las expresiones públicas de disconformidad. Dicho en otras palabras, de no reprimir al pueblo que protesta.

Ahora estamos consternados. El gobierno es legal, respetuoso de la libertad de expresión  y tiene políticas de inclusión social que apoyamos. En general -lo hemos dicho y lo repetimos- es el mejor gobierno que hemos tenido en el último período democrático. Posiblemente por eso, esta represión de hoy no puede silenciarse. El gobierno tiene la obligación de echar a los policías y funcionarios del Ministerio de Defensa e Interior responsables de estos palos, agua y balas de goma.

En esta represión, puntualmente, no hubo sangre, pero no podemos esperar a que la haya para denunciar los abusos de poder y el potencial peligro que supone este hecho. Sabemos de la tentación permanente de quienes creen que, por hacer bien algunas cosas,  tienen derecho a la mano dura y a imponerla a discreción. Si este día es el primero de muchos donde volverán las balas de goma, no tardarán en aparecer las de plomo y, cada tanto, los muertos anónimos.

El gobierno debe dar señales claras de que seguirá la ruta que trazó Néstor Kirchner y no salir a disculpar o a buscar pretextos para la represión. Hoy se reprimió, hay un proyecto de ley anti piquetes en el legislativo -que no va ser aceptada por el pueblo- y una disconformidad creciente. Necesitamos señales claras de que hoy no comenzó a instalarse un modo de actuar que nos lleve de vuelta a las épocas de barbarie.

 

Tarascón de la FIFA

La noticia, escueta, es que en el minuto 79 del partido Italia-Uruguay Luis Suárez, uno de los tres mejores jugadores del mundo junto con Cristiano Ronaldo y Leo Messi, mordió el hombro izquierdo del zaguero de la Juventus F.C., Giorgio Chiellini.

El árbitro mexicano Marco Rodríguez y el juez de línea no vieron, o desestimaron la infracción. La mayoría del público tampoco vio el ataque, aunque si el hombro izquierdo rojizo que mostraba el zaguero bajando la camiseta. Más tarde, en un vídeo tomado desde atrás, aparece de modo confuso un movimiento de cabeza de Suárez golpeando el hombro de Chiellini. A continuación se ve que el jugador uruguayo se toma la boca con las manos, como lo haría quien se golpeó contra algo duro. En honor a la verdad, no hay un solo testimonio directo que vea el presunto mordisco ni un forense ha comprobado que la marca en el hombro sea nueva y de dientes.

En el reglamento del fútbol los fallos del árbitro son inapelables, tanto por acción como por omisión, y no hay sanciones retrospectivas. Pero la FIFA, entidad que cada vez más concentra negocios y decisiones deportivas, ha abierto una puerta legal para intervenir y ejercer su poder. Así, la FIFA actuó de oficio porque “se acogió al artículo 77.b de su código disciplinario”, que permite  (“podrá” se lee, no es obligatorio) imponer sanciones en forma retroactiva ante «errores obvios» del juez. El código fue implementado en el 2010 y jamás usado hasta el día de hoy. En ejercicio de esa facultad le aplicó a Luis Suárez una sanción de nueve partidos y cuatro meses de inactividad para cualquier actividad relacionada con el fútbol, más una multa de 112.000 dólares. No sólo eso: el frenesí castigador le impide al jugador asistir a campos de juego donde se desarrollen partidos internacionales, como si fuera una especie de peligro público. Además, le recomendó un tratamiento psicológico. Una locura incalificable.

Lo peor de todo es que se trata de una sanción que afecta el normal desarrollo de la Copa Mundial de Fútbol 2014 porque Uruguay no podrá contar con una pieza fundamental en su estructura futbolística.

No es la primera sanción excesiva y parcial de la FIFA. Muchos recuerdan a la enfermera que esperaba y tomó de la mano a Diego Maradona en el mismo campo de juego para llevarlo al control antidoping en el mundial de Estados Unidos 1994 (ayer se cumplieron 20 años). Ni antes ni después se volvió a ver una escena similar. No hubo, no hay, enfermeras que tomen de la mano a un jugador previamente sorteado para el control. Otro “detalle” a recordar es que el fallo se dio a conocer antes de la contraprueba, lo que lo invalidaba. La FIFA no procedió de acuerdo a las normas que ella misma fija porque previamente había decidido el resultado y Julio Grondona, presidente de la Asociación del Fútbol Argentino (AFA) no reclamó porque sacar a Maradona del mundial era requisito para su continuidad. Pero esto es otra historia y ahora estamos con Suárez.

Los diarios de Uruguay lo han expresado así: «La peor sanción», tituló Ovación Digital, que confiesa que la suspensión cayó como «un baldazo de agua fría». El portal oriental Tenfield, por su parte, denuncia que «la Celeste golpeó duro en Brasil, eliminó a Inglaterra y los medios ingleses exteriorizaron la venganza presionando a la FIFA». En tanto que Fútbol.com.uy, destaca: «Lo que no mata, fortalece». Clara alusión a que la adversidad fortalece a los uruguayos. Lo veremos el sábado.

Javier Chevantón, de destacada actuación en el seleccionado de su país y el fútbol europeo, fue mucho más allá y reclamó que “La Selección uruguaya se tiene que retirar del Mundial por apoyo a Suárez que no es ningún asesino”.

Dejando de lado las expresiones a favor o en contra, hay otros aspectos a considerar. En ocasiones se justifica la reacción violenta de un jugador, cabezazo con dientes sobre el hombro de una rival o cualquier otra,  por la acumulación de golpes recibidos y la impotencia de no obtener justicia por parte del árbitro. Nos apresuramos a afirmar que no es nuestra opinión. Hay defensores que “raspan”, golpean (con los pies, codos, rodillas, brazos, manos…), sujetan, pisan, escupen, etcétera, a espaldas del árbitro, y es muy difícil que el agredido no reaccione. Puede haber sido el caso de Suárez. Pero, en nuestra opinión, la violencia recibida no justifica la respuesta violenta. A menos que se trate de proteger la vida, propia o de un tercero, situación extrema en donde el bien protegido es el más alto.

Volviendo al fútbol, un deporte de contacto, la arbitrariedad de la FIFA y todo esto que nos ocupa, no creemos que Luis Suárez padezca diacnomanía porque, insistimos, no parece haber mordisco. Tampoco nos parece que los señores ¡de la Federación de Fútbol! estén en condiciones de hacer un diagnostico psicológico.

Como todos sabemos, diacnomanía viene del griego “dakno” (muerdo) y manía (locura, compulsión a); pero un mordisco, por definición es algo que se hace con toda la dentadura y da como resultado que arranca un pedazo (de una manzana, o de otra cosa -incluso un hombro- ) y no parece ser el caso. Decimos “no parece” porque no nos consta ni una cosa ni la otra. Evidentemente, si hubo un mordisco intencional, habría que poner un correctivo, y asistir al jugador enfermo, pero nada justifica el ensañamiento. ¿O alguien piensa que los castigos son útiles?

Solo los ignotos integrantes de la Comisión de disciplina pueden hablar de utilidad. Pero ellos saben más de negocios que de fútbol, de justicia o de equilibrio. En nuestra opinión, no hubo mordisco de Luis Suárez y sí un gran tarascón de la FIFA. A la credibilidad popular en el Mundial.

 

Capital Financiero Internacional

El día 19 de junio Guillermo Sullings, economista humanista, escribió una nota que recién conocemos y que muestra el esquema del capital financiero con sus aliados: los jueces y la prensa. La publicamos porque es lectura recomendada.

Fondos buitres, Jueces buitres, Prensa buitre.

En las últimas semanas, se han visto a través de algunos medios de comunicación dependientes del poder económico, a diversos deformadores de opinión y a políticos opositores, mentir descaradamente acerca de lo que llaman “la herencia de deuda que este gobierno le dejará al que lo suceda”. Los mismos que se rasgaban las vestiduras cuando se expropió a Repsol, sosteniendo que era un atropello impropio de “los países serios”, ahora que se resolvió todo, alegan que la indemnización que se cubrió con bonos, la tendrán que pagar próximos gobiernos. Los mismos que decían que se debía arreglar con el Club de París, ahora que se firmó el acuerdo, cuestionan que parte de lo que se deberá pagar recaerá en próximos gobiernos. Y desde luego que en estos días se están relamiendo con las decisiones del Poder Judicial de USA que complicó al gobierno, y hablan de lo mal que se hicieron las cosas y de la herencia de deuda para el próximo gobierno.

Por supuesto, que nada dicen acerca de que toda la deuda que entró en default en el 2001 fue generada precisamente por las políticas que ellos defienden. Seguramente que se podrían discutir algunos aspectos de la política económica del oficialismo, pero si hay algo indiscutible, es el proceso de desendeudamiento que se ha llevado adelante, y que precisamente la herencia que le quedará al próximo gobierno en ese rubro será mucho mejor que la que este recibió en el 2003. Por otra parte, ya desde el punto de vista del cumplimiento de los compromisos asumidos con la reestructuración de la deuda, es sabido que se han venido pagando todos los vencimientos puntualmente durante 10 años, y sin embargo buena parte de la prensa internacional, los formadores de opinión del establishment, las calificadoras de riesgo, y por supuesto el Juez Griesa, todos hablan de que Argentina es poco confiable. Parece una paradoja, pero tiene mucho sentido. Para todos ellos resultan mucho más confiables ministros como Cavallo y gobiernos que sean funcionales al poder financiero global; no les interesa que los gobiernos reduzcan sus deudas, les conviene que las hagan crecer porque así obtienen sus ganancias.

El gran negocio del poder financiero global es que todo el mundo dependa de ellos, se endeude crecientemente y pague intereses, para así expandir y perpetuar su dominio. Y en ese gran negocio, hay muchos ganadores: quienes manejan las finanzas, obviamente, pero también se llevan su parte los jueces que les garantizan impunidad a los especuladores y castigo a los rebeldes. También ganan los funcionarios que endeudan a sus pueblos. Ganan las calificadoras de riesgo, que informan lo que le conviene al poder financiero. Y por supuesto gana mucho el aparato de propaganda de los medios de comunicación, que se encargan de decirle a la opinión pública qué gobernantes son serios y confiables, y lo poco creíbles que son los renegados que se salen del sistema.

Es de público conocimiento como operan los Fondos Buitres, comprando deuda de países en crisis a bajo costo, para luego reclamarla judicialmente al 100 %. Y desde luego que con las cifras millonarias que se manejan, hay margen para montar toda una industria del juicio, y los jueces además de estar bien pagos, ni siquiera tienen que hacer otra cosa que hacer cumplir la fría letra de ley, que dice que los deudores deben pagar sus deudas. Desde luego que las leyes están hechas a la medida del Poder Financiero Global, para que no se lo castigue por el daño que ocasionan sus movimientos especulativos, ni por evadir impuestos en paraísos fiscales, ni por ejercer la usura. Las leyes de la globalización no castigan a los depredadores, castigan a sus víctimas, los pueblos.

Del mismo modo que los gobiernos de USA defienden al Poder Financiero, y cuando este provoca una crisis como la que estalló en el 2008, destinan miles de millones para cubrir las deudas de los bancos en vez de cubrir las necesidades de los que pierden sus viviendas; de ese mismo modo la Justicia de USA defiende al mismo poder, y eso se ha evidenciado una vez más en el pleito de los Fondos Buitres contra nuestro país. Las decisiones de Griesa dejan a la Argentina en una encrucijada múltiple, porque si paga ahora lo que establece el fallo, no solamente se resienten las reservas, sino que además se abre la puerta para que el resto de los buitres, que tienen el otro 7 % de la deuda no reestructurada, ganen juicios por cerca de 18.000 millones más. Pero además, al pagar el 100 % de la deuda nominal a los buitres amigos de Griesa, les estaría dando un trato preferencial con relación al 92 % de acreedores que entraron en el canje de la deuda, y entonces podrían reclamar estos también por cifras siderales. Tanto Griesa como sus buitres saben que si estiran la cuerda demasiado y Argentina vuelve al default, entonces no cobrará nadie, por eso lo más probable es que negocien alguna salida en la que nuestro país les pague, pero sin arriesgar en el corto plazo la situación con el resto de los acreedores. Y seguramente el gobierno también buscará eso, para no caer en este momento en una desestabilización difícil de manejar. Pero no es de descartar que la negociación sea muy difícil, porque más allá del dinero que quieren cobrar, también quieren escarmentarnos, por el mal ejemplo que les significa que un país haya crecido en la última década, sin pedirles dinero prestado y sin obedecer al FMI.

Habrá que ver si el gobierno, para poder evitar una crisis en lo inmediato, debe condicionar sus acciones futuras. Pero lo más adecuado sería, como se ha dicho, tratar de cambiar la jurisdicción de los pagos futuros de la deuda reestructurada, para evitar embargos y así tener mayor libertad para hacerles un corte de manga a los buitres y a los Griesas.

Pero más allá de la solución provisoria para esta coyuntura, esta extorsión de los usureros debiera hacer recapacitar al mundo entero, de que es necesario de una vez por todas acabar con la Dictadura del Capital Financiero Internacional.
Guillermo Sullings,19-06.2014

 

Ladran Contra Brasil *

 

José Ortega y Gasset, para enfatizar en la historicidad del ser humano, decía algo así: “un perro es siempre el primer perro”; es decir, no tiene historia, no aprende de los otros, no tiene pasado ni conciencia de futuro. Hay periodistas que se ajustan a esta definición, sólo en ese sentido por supuesto. Decimos esto porque en los años, meses, semanas y días previos a los mundiales de Alemania, Argentina, España, México, Italia, Estados Unidos, Francia, Corea/Japón, Alemania, Sudáfrica -los que recuerdo- escribieron lo mismo, casi palabra a palabra. “Los estadios no están listos”, “faltan kilómetros de carreteras”, “se amurallan las Villas Miseria o se las desplaza”, “hay protestas de comerciantes ambulantes desplazados”, “huracán de protestas”, etcétera y, sobre todo, “se ha gastado una enormidad de dinero que podría dedicarse a otra cosa”.

Dejemos en claro que no estamos abriendo juicio sobre los problemas por los cuales protesta masivamente el pueblo brasileño. Hablamos de otra cosa; de lo que siempre se dice antes de los mundiales de fútbol por razones políticas. Desde que el fútbol se convirtió en un negocio de ganancias multimillonarias los intereses se cruzan entre empresarios, directivos locales y de la Federación Internacional de Fútbol Asociado (FIFA), funcionarios a cargo de la organización, políticos del partido gobernante, políticos opositores, comerciantes y, otra vez, etcétera. Son los que ganan, en distinta proporción, porque a la gente común le está reservado otro rol: ser consumidores del espectáculo.

Hoy, con los juegos comenzados, la población -entre ellos 700 mil extranjeros- habla de fútbol. El objetivo fue cumplido y podemos anticipar que, aunque falta, la organización de este Mundial no ha sido peor que otras y, ya lo veremos, posiblemente haya sido mejor en muchos aspectos. Los que se rasgaron las vestiduras (El futbolista Ronaldo, por ejemplo, sin hablar del patético escritor Paulo Coelho) sólo han logrado dejar a la vista sus limitaciones.

Algo que ignoran los críticos es que Brasil organizó satisfactoriamente la Copa FIFA Confederaciones 2013, el torneo que involucra a los campeones de cada continente, al campeón del mundo y al país que la organiza. Estamos a días de cumplir un año de su inicio, el 15 de junio y fue en medio de manifestaciones. Dentro de dos años tendrá que enfrentar la preparación de los Juegos Olímpicos en Río de Janeiro, un desafío que no lo puede satisfacer un país sin capacidad de organización. Es claro que, al comenzar la confrontación por esta Copa del Mundo, el primer triunfo fue de Brasil, pero no nos referimos al que tuvo contra Bosnia: fue frente la prensa neoliberal que estuvo empeñada en degradar la capacidad de Brasil para responder positivamente al requerimiento ecuménico. Por razones electorales, claro.

En cuanto al aspecto social, era seguro que habría manifestaciones porque “la Copa” es el escaparate más importante donde exhibir reclamos y hacer oposición en un año electoral. Esto tampoco se le dará a la derecha contraria al gobierno nacional. La pelota rodó y el espectáculo deportivo ya ha logrado concitar la atención de la mayoría de la población.

Respecto del tópico tan utilizado de los ingentes gastos para organizar esta Copa del Mundo, hay datos contundentes que aportó el gobierno. Tomamos algunos: tanto el presupuesto de educación, como el de salud son netamente superiores. Y este: la evasión de impuestos en Brasil supera en 25 veces el gasto por todo concepto.

Por otra parte, los que especulaban con el daño electoral que podría causar la campaña de los “medios de difusión derechosos”, tienen que digerir que la Presidente Dilma Rousseff sigue adelante en las encuestas. La realizada por el Instituto Vox Populi afirma que si las elecciones fueran hoy, Dilma sería “electa en primera vuelta con un 40 por ciento de los votos”.

En Brasil, la pelota comenzó a rodar y cambió el humor popular. Pero los problemas sin resolver perduran y el gobierno tiene que encararlos porque el día después del “Mundial”, el nuevo espectáculo será el de las elecciones. Y los perros de la prensa volverán a ladrar.
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*Publicamos esta nota el día en que comenzó a jugarse la Copa del Mundo, con la campaña de los medios de comunicación contra Brasil ya desinflada. Su título original era “Y la pelota rodó”. Sin embargo el domingo 15 a la noche, la televisión de España (tve) en su edición internacional volvió a la carga con un dossier plagado de propaganda contra el gobierno nacional.

Venezuela Días de Paz

Que los pueblos quieren vivir en paz, es un axioma que pocos discuten. El pueblo es un colectivo que no hace declaraciones pero se expresa a través de hechos contundentes. Ayer y hoy, 2 de marzo, hemos visto por televisión playas atestadas de gente, plazas donde jóvenes y niños practican deportes o juegan ante la presencia relajada de sus padres, gente que baila en plazas barriales, otros que se reúnen en las calles,  restaurantes colmados de personas alegres, imágenes típicas  de días feriados que son más feriados que otros. En este caso, es la celebración del carnaval. Venezuela vive la fiesta y las galas diurnas y nocturnas del asueto por el carnaval.

No parecen los mismos que se manifestaban en apoyo, o en contra, del gobierno jaqueado por un ataque organizado desde fuera del país que gobierna Nicolás Maduro. En su mayoría son personas que festejan también la superación de este episodio que seguramente se repetirá porque es un plan en etapas, pero muchos que fueron a las calles protestando genuinamente se han sumado a las jornadas lúdicas y han desoído el llamado a boicotear de los políticos de la derecha.

Es evidente que los operadores de esa derecha no conocen la idiosincrasia de sus compatriotas -como la desconocen no sólo los europeos sino algunos latinoamericanos- porque están alejados y nunca se relacionaron con un pueblo de carácter festivo, informal, extrovertido y apasionado. Más precisamente, la burguesía que se enriqueció del reparto de la renta petrolera, denostó, persiguió, reprimió y asesinó en respuesta a los reclamos populares. Basta recordar la represión del ex presidente Carlos Andrés Pérez Rodríguez en su segundo mandato, al levantamiento popular del 27 de febrero al 8 de marzo de 1989, denominado “Caracazo”. Fue una demostración de barbarie por parte del gobierno que se saldó con un número de muertos que muchos historiadores calcularon en tres mil muertes y una cifra indeterminada de heridos y desaparecidos.

Lo descripto es historia reciente y pocos medios de comunicación recordaron esos hechos al difundir las escaramuzas que se produjeron hace unos días, como tampoco le dieron suficiente publicidad en ocasión de suceder los hechos en el año 1989. Era el auge del neoliberalismo y el hambre, la enfermedad y el analfabetismo asolaban a la mayoría de la población.

Más tarde Carlos Andrés Pérez fue encontrado culpable, condenado y rapidamente liberado por diversos delitos en uso de sus prebendas de presidente del país. Los ex beneficiarios ilegítimos de la renta pública venezolana, responsables de delitos de lesa humanidad, delincuentes que robaron al Estado en su beneficio personal, son los opositores al gobierno de Nicolás Maduro. Esta es la gente que defienden Barack Obama y los europeos, casualmente los socios en la entente militar Organización del Atlántico Norte (OTAN-NATO).

Recordemos que el presidente de los Estados Unidos realizó declaraciones que constituyen una injerencia más en los asuntos internos de Venezuela “con el agravante -declaró Maduro a PL-  de usar como base información falsa y aseveraciones sin fundamento.”

Recordemos también que Venezuela es una de las democracias más consolidadas en el planeta, cuya constitución establece la consulta directa y revocatoria de mandatos. Esos mecanismos pudieron ser utilizados por los dirigentes opositores, en lugar de buscar el quiebre institucional exponiendo al pueblo al ataque de criminales cuya filiación política se desconoce.

Los humanistas no defendemos el sistema de democracias formales sino que propiciamos su profundización para llegar a una democracia directa que traslade la decisión al auténtico depositario del poder: el pueblo. Lo hacemos con el convencimiento que dan los Principios y con la certeza de su factibilidad gracias a las nuevas tecnologías.

Mientras ese proyecto se concreta -la humanidad va en esa dirección-, reclamamos el pleno respeto a la decisión popular expresada en las urnas y hacemos un llamado a evitar la violencia aún en los casos en que sea una respuesta justificada. Esa actitud es la que evidencia la talla de los políticos que se ocupan del bienestar de sus pueblos.

En estos días la población de Venezuela está en paz y, si bien el peligro de golpe no ha desaparecido, ese comportamiento es un hecho tan contundente que la oposición debe reflexionar: la gente no quiere violencia y, cuando lo dejan, festeja en paz.