Es un dicho de antigua data y aunque hay varias versiones, de las más conocidas preferimos esta: “Dios escribe derecho con líneas torcidas”. El senado -una institución superflua en la democracia moderna- votó favorablemente la aceptación del pliego de la economista Mercedes Marcó del Pont como presidente del Banco Central de la República Argentina (BCRA), un cargo clave para implementar la política económica del gobierno.
La hoy titular del BCRA tiene antecedentes, experiencia y compromiso popular más que suficientes para desempeñarse en un cargo donde estuvieron fieles servidores de la banca internacional, como Pedro Pou, Alfonso Prat Gay y Martín Redrado; pero estuvo en la cuerda floja desde comienzos de marzo (ver notas de los días 9 y 10 en este blog) sólo porque la oposición la tomó como blanco para dañar al gobierno. Posiblemente este punto sea difícil de asimilar por países donde el bien general está por encima de los intereses sectoriales o corporativos. Pero es una realidad demostrable en la Argentina, desde que en 1976 un golpe militar instauró con sangre y horror las pautas del Consenso de Washington y mantuvo ciertas “formas democráticas” mientras gobernaron los presidentes Alfonsín, Menem y De la Rúa, servidores de los mismos amos.
Cuando los presidentes Néstor Kirchner y Cristina Fernández de Kirchner -sin abandonar el esquema neoliberal como encuadre general- introducen valores como justicia social, soberanía, integración latinoamericana, desarrollo nacional, redistribución de la riqueza y otros de la mejor tradición socialdemócrata, el apoyo popular se hace sentir y augura uno o dos nuevos períodos constitucionales para la profundización de este modelo. Esa es “la razón de la sinrazón” de la oposición que busca impedir que el gobierno termine su mandato.
Lo hemos dicho anteriormente en este blog. El gobierno de Néstor Kirchner fue de lo mejor que hemos vivido en el país en las últimas seis décadas. Si el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner era similar -lo decíamos el 17 de junio de 2008, está publicado en este blog- sería fácil que Néstor K. ganara un nuevo período en 2011. Por lo tanto, razonábamos, van a tratar de cortar esta cadena por el eslabón que consideran más débil: el gobierno de CFK. Para el pesar de la “contra” el gobierno de Cristina es más exitoso de lo esperado. Esa es la explicación -muy simplificada, es cierto- de lo que está pasando y ha pasado en Argentina en los últimos años.
Por suerte, a los aciertos del gobierno y al creciente apoyo popular, hay que sumar los patéticos errores de la oposición. Personas -mujeres y hombres- sin capacidad intelectual, sin información, sin propuestas de gobierno presentables ante la opinión pública y sin ánimo de estudiar o, al menos, copiar de otros países, los opositores cometen error tras error. Desde ponderar mal -también tratan mal- a sus propios aliados hasta subestimar a un adversario que tiene un largo recorrido político y una destreza especial para el tratamiento de los conflictos, han cometido todos los desaciertos imaginables. Una mención especial para Gerardo Morales, un político impresentable -también como persona- y para Elisa Carrió, desquiciada por el estrés de lidiar con aliados de baja performance. Son dignos de piedad.
Anoche, por esas rarezas que justifican el dicho con que iniciamos este comentario, la oposición contaba con que obtendría 35 votos, empatando con la bancada oficialista. En esos casos, el presidente del senado tiene el voto del desempate. El presidente del senado se llama Julio Cobos y no es un senador sino el vicepresidente de la Nación que está en esa cámara representando al poder ejecutivo. Pero ocurre que Cobos ha abandonado la alianza con el gobierno y se ha pasado a la oposición y ya ha votado en contra del gobierno que co-preside, pensando en su próxima candidatura a Presidente de la nación como candidato opositor. Es difícil de creer, pero es así.
Con esos antecedentes, la oposición se relamía con un “triunfo” que significara una dificultad más para la Presidenta. Pero uno de los votos que consideraban “seguro” los opositores era el de Carlos Menem, ex presidente del país -el peor que tuvimos- y actual senador por la provincia de La Rioja. Menem habló y dijo que tenía “un alto concepto de la licenciada Marcó del Pont”, por lo que decidía abstenerse. Con esto, la oposición alcanzó sólo 34 votos, frente a 35 de la bancada oficialista y se confirmó a Mercedes Marcó del Pont como presidente del BCRA.
Menem se dio otro gusto: tomarle el pelo al bifronte Cobos: “espero señor presidente del Senado que no tenga que desempatar”. Hecha la broma y habiendo votado se retiró del recinto. El dicho con el que comenzamos esta nota se complementa con este: “inescrutables son los designios del Señor”.