Desde hace un tiempo quienes creen en la capacidad militar para “disciplinar a la sociedad”, en la “educación por la fuerza”, “en la mano dura”, en la “autoridad por decreto” antes que por valores libremente aceptados, desempolvan proyectos que, aunque diferentes, tratan de implantar el servicio militar obligatorio o algo peor. Estas voces, que provienen de un pasado oscuro, se escuchan en la Argentina y en otros países latinoamericanos y, ante ellas, los humanistas hemos comenzado a levantar las nuestras y a manifestarnos públicamente a favor de la opción. Será entonces, un tema al que nos abocaremos.
En esta oportunidad, copiamos un fragmento de una carta de Jorge D’Alesio, escritor y militante humanista, dirigida a amigos de Brasil. Gracias Jorge.
(…) “Les escribo para darles mi opinión sobre el tema del servicio militar obligatorio, basada en la campaña de «La Comunidad para el desarrollo humano» que hicimos en Argentina en 1983.
“El núcleo de nuestra argumentación a favor del servicio militar optativo es justamente, la opción; reclamamos la libertad de elegir hacer o no hacer el servicio militar, sin dar ninguna explicación. Es decir, no nos apoyamos en creencias religiosas ni en ideologías políticas. Tampoco queremos que la persona que se niega a hacer el servicio militar sea obligada a cumplir otro tipo de servicio obligatorio, como ocurre en algunos países, donde los «objetores de conciencia» deben cumplir un servicio civil. De ese modo, el objetor se ve privado igualmente de su libertad por un tiempo, es decir que también pierde posibilidades de estudiar o de trabajar.
“Esto implica que las personas que rechazan cumplir el servicio de armas, no deben hacer ningún trámite. Al contrario, las personas que SI quieren hacer ese servicio son las que deben tomar la iniciativa ante el Estado y solicitar su ingreso a las fuerzas armadas.
“Realizar los trámites para la objeción de conciencia requiere ciertos conocimientos y disponibilidad de tiempo, que están fuera del alcance de los sectores más pobres y de menor educación. Sectores que además, son fáciles de desalentar o de atemorizar por la burocracia ante ese trámite. En otras palabras, la objeción de conciencia queda como una actitud individual, que no trasciende ni compromete a la sociedad”.
“Nada más por ahora, les mando un abrazo!”
Jorge D’Alesio
«Teme únicamente a quien destruye al espíritu» (Silo, enero de 1969)