América Latina ha comenzado el año 2014 siendo noticia por otro paso firme hacia la integración regional en la cumbre celebrada en La Habana, Cuba, en estos días. Es indudable que la mayoría de los 33 países han comprendido la oportunidad que les ofrece la historia y parecen decididos a aprovecharla. Pero en esta ocasión no vamos a referirnos a ese asunto sino a otro que incide directamente en el rumbo a seguir por muchos países: las múltiples elecciones que tendrán lugar en los próximos meses.
El calendario comienza mañana domingo 2 de febrero con elecciones presidenciales en Costa Rica y en El Salvador y siguen en la fila Panamá, Colombia, Bolivia, Brasil y Uruguay. Si sumamos a esas siete presidenciales citadas las elecciones en diversos niveles en Ecuador, Colombia, Perú y Haití, la cuenta da que más del cincuenta por ciento de la población será llamada a decidir cómo sigue la película política. Lo harán en un contexto de crecimiento moderado -3,2 según estimaciones de la CEPAL- pero con una importante brecha entre ricos y pobres que pronostica demandas sociales de cierta importancia.
En Costa Rica la medición de CID-Gallup augura que no habrá ganador en primera vuelta. Los candidatos mejor posicionados son el derechista Johnny Araya (Partido Liberación Nacional) quien podría llegar a un 35,6 por ciento y el diputado de Izquierda José María Villalta (Frente Amplio) con 21 por ciento. Le siguen Otto Guevara del también derechista Movimiento Libertario (los nombres de los partidos no indican lo que son) quien alcanzaría un 17 por ciento y el centroizquierdista Guillermo Solís, a quien le asignan un 15,6 por ciento. Además de Presidente por cuatro años, los tres millones de costarricenses habilitados para votar deberán elegir 57 diputados para renovar el Congreso. La ley electoral establece un 40 por ciento para ser electo así que, de mantenerse los porcentajes que arrojan las encuestas -es también la opinión de varios analistas-, la actual presidente Laura Chinchilla deberá esperar a la segunda vuelta, en abril, para entregar el mando de este país de 4.3 millones de habitantes.
El Salvador parece haber superado las secuelas de la guerra que desangró al país entre 1980 y 1992, con intervención de los EE.UU., y está gobernado desde hace 5 años por el partido político de la guerrilla que se conoció como Frente Farabundo Martí de Liberación Nacional (FMLN). Este partido aspira a la continuidad. Su candidato es el actual vicepresidente Salvador Sánchez Cerén, maestro y ex guerrillero. El programa para los segundos cinco años ofrece profundizar los planes sociales implementados por Funes en un país donde la pobreza alcanza al 40 por ciento de la población. Otra medida ofrecida por el educador es “Un niño, una computadora” lo que significaría un avance importante para insertar a las nuevas generaciones en la modernidad. Sintetizando en palabras del candidato de izquierda: “en el gobierno del Frente, los excluidos comenzaron a ver la verdadera razón de la política.» Pero se necesita mucho más y Sánchez Cerén dice merecer la oportunidad.
Su oponente es Norman Quijano, hombre de derecha, actual alcalde de la capital -San Salvador-, quien aspira que retorne al poder el partido Alianza Republicana Nacionalista (Arena) que gobernó el país durante dos décadas. Para ello promete “mano dura” con las pandillas, un fenómeno social complejo e inquietante para la sociedad salvadoreña. Los cables de agencias señalan como dato impactante que en las cárceles hay 10.000 pandilleros mientras que se estiman en 50.000 los que asolan las calles.
Los salvadoreños convocados a votar mañana son 4.9 millones y las encuestas se inclinan por “la mano inteligente” de Sánchez Cerén. Pero no es seguro que el presidente Funes pueda entregar el poder a su vice en una primera vuelta, ya que hay una marcada paridad.
En las elecciones de los dos países centroamericanos -Costa Rica y El Salvador- los pronósticos son de segunda vuelta y pocos arriesgan resultados.