El escritor Juan Tomás Ávila Laurel comenzó una huelga de hambre el viernes 11 de febrero en protesta contra el régimen represivo de Teodoro Obiang, que gobierna Guinea Ecuatorial desde hace más de 30 años. Lo hemos informado ayer y publicado la carta tras superar muchas dudas.
Ahora volvemos sobre el tema porque la causa que persiguen estos intelectuales es justa y ya está comenzando a dar resultados en cuanto a hacer conocer una situación. Pero abruma la minusvalía que expresan respecto de los países que consideran poderosos y la falta de amor propio conque estos “intelectuales” están encarando el tema: pretenden que sus dominantes -pasados y presentes- intervengan para solucionar sus asuntos.
Nos gustaría equivocarnos y pensar que este comienzo de cabeza gacha y súplicas puede ser parte de una estrategia que vaya de menor -muy menor- a mayor y venga luego la salida del pueblo, el verdadero protagonista de los cambios, a la calle . Pero por ahora solo hay “pedidos”: primero al parlamento español y ahora uno genérico a los Estados Unidos de Norteamérica. Dice textualmente la información: “están pidiendo al gobierno de EE.UU. que presione al gobierno de Guinea Ecuatorial para que lleve a cabo reformas políticas, económicas, y sociales en Guinea Ecuatorial”.
Es una ingenuidad como una montaña pero, insistimos, parece que la responsabilidad y la acción para revertir la situación fuesen tarea de otros. Dicen con razón que desde su comienzo como ciudadanos de un país libre -el 12 de octubre de 1968- “los guineoecuatorianos no hemos disfrutado ni de un día de libertad. El primer presidente, Francisco Macías Nguema, instauró un régimen sanguinario y despótico durante once años, cuyas consecuencias fueron el asesinato de miles de compatriotas, el exilio de más de un tercio de la población, la devastación de los recursos económicos, la aniquilación del Estado, la imposición del tribalismo como doctrina política y social, y la sañuda persecución de cuanto significara cultura y progreso”.
Sigue una retahíla de desgracias, como que Teodoro Obiang Nguema, sobrino del presidente, derrocó a su tío mediante un golpe de Estado y luego los defraudó; que “casi 32 años después, es manifiestamente notorio que el país no se ha desarrollado, a pesar de sus ingentes recursos naturales (hidrocarburos, minerales, pesca, madera…), que son acaparados únicamente por el presidente y su entorno, por lo cual Guinea Ecuatorial es considerado uno de los países más corruptos del mundo»; que el dictador mata; que la tortura es un uso habitual; que no hay seguridad…etcétera.
La situación social en materia de salud, vivienda, educación e, incluso, de servicios elementales como agua corriente, luz eléctrica y saneamiento ambiental está muy por debajo de los estándares fijados por la ONU. Pese a ser el tercer productor de petróleo y gas natural del África Subsahariana (o tal vez por eso), Guinea Ecuatorial sigue figurando entre los países más pobres del mundo y la desigualdad tiene cifras contundentes: el 10 % de la población acapara el 85 % de la riqueza nacional. Es penoso, sin dudas, lo que ocurre en ese país africano y el humanismo se solidariza y va a difundir sus esfuerzos por echar a Obiang. Pero invitamos a estos intelectuales a intentar comprender que nadie irá a hacerles -no digamos la revolución- los cambios que ellos necesitan. Menos los Estados Unidos.
Sigue el comunicado difundido desde Barcelona: “En este contexto se produce la acción desesperada de nuestro compatriota y compañero Juan Tomás Ávila Laurel, quien se ha declarado en huelga de hambre como única forma de protesta contra la tiranía silenciada en Guinea Ecuatorial”, explican. Y dicen esperar “la solidaridad de todas las mujeres y de todos los hombres de buena voluntad”.
Por cierto que la tienen y la tendrán en modo creciente Pero la libertad no es algo que se da sino que se gana y llegará cuando el pueblo ecuatoguineano se ponga en pié y ocupe las calles para mostrar su fuerza. Sólo así se podrán echar las bases -no sólo con la huelga de hambre individual- “para que Guinea Ecuatorial supere la larga opresión dictatorial y alcance la libertad, base de la estabilidad, de la prosperidad y del desarrollo” como ellos mismos escriben. Pero señores, tengan en cuenta que el protagonismo de la liberación social no se delega en terceros. Peor aún si son los que se benefician con el actual estado de cosas.
Críticas aparte a la actitud, señalamos que estas modestas acciones están corriendo el velo de silencio que rodea a esta larga tiranía.