Por diferentes motivos Nélida y yo seguimos viajando -no tanto como antes-  a países de Europa y de América Latina y los comentarios que nos hacen las personas con las que alternamos -generalmente de un nivel cultural medio- sobre la Argentina son para llorar. Pongamos por caso el viaje que hiciéramos entre el 5 y el 12 de octubre a Río de Janeiro y Paraty para sendos festivales de cine a los que había sido invitado nuestro hijo Alberto. En esta ocasión traían la película “Lope”, una producción española brasileña dirigida por Andrucha Waddington donde Alberto Ammann interpreta al personaje central acompañado de Pilar López de Ayala y Leonor Watling, los dos grandes amores de Lope de Vega. Un filme de calidad sobre el que volveremos en otro momento porque no es el asunto que nos ocupa. Pero no es óbice para que mencionemos que la producción, los organizadores de ambos festivales, el equipo de Waddington mostraron tanto sus méritos en lo estrictamente ligado al cine como su calidad humana.

En cada una de las varias galas sociales a las que acudimos -algunas acompañados de amigos humanistas- tuvimos la misma experiencia: una pregunta (podría ser: ”¿Y que tal la presidenta Cristina?”), nuestra respuesta (“Lo está haciendo muy bien…”), un comentario asombrado (“Es la primera vez que escucho eso de un argentino”), un final abrupto (“Perdón un momento”) y mutis por el foro del interlocutor. Nos hemos reído mucho pero también nos ha mosqueado esa mala publicidad y estamos convencidos de que hay que hacer algo.

De regreso en Argentina llaman varios amigos. Eva Broner, de Buenos Aires pide material para contestar las críticas al gobierno que le llegan por Internet desde el exterior. También lo hacen Esperanza Fernández desde Barcelona y Hugo Mihanovich desde Moscú buscando una fuente confiable para ellos ¿Qué pasa con la contra en otros países?

La respuesta es más sencilla de lo que parece: la imagen que “los medios de comunicación” ofrecen de Argentina en el exterior es la misma que dan Clarín, Perfil, La Nación y algún otro. Pero aquí no tienen credibilidad y parace que si la tienen en otros lugares. La ingenuidad; o la  falta de sentido crítico; o la dificultad para percibir los cambios de rumbo de los medios; o vaya a saber qué otra razón, pero el resultado es un error de juicio. Por ejemplo, no hace mucho tiempo un amigo se refería a El País como un periódico de centroizquierda. Esto es lo mismo que pensar en Moscú como la capital del comunismo actual.

El hecho es que fuera del país hay una imagen distorsionada, para mal, de las acciones del gobierno nacional argentino. No es muy distinta a la que se podía suponer que había en el país entre los lectores de los medios de derecha que nombramos, pero aquí hubo un hecho que se encargó de mostrar que nadie vive en la realidad imaginaria de los medios: murió el ex presidente Néstor Kirchner y durante tres días de duelo cientos de miles de personas se manifestaron agradeciendo sus realizaciones entre 2003 y 2007, continuadas luego por la actual presidente Cristina Fernández de Kirchner. La apreciación del pueblo fue opuesta y sin explicación alguna para quienes se informan por esos medios y los canales de televisión que de ellos dependen.

Es de esperar que los difamadores de buena fe de otros países hayan valorado estas expresiones de apoyo popular y las hayan puesto en la balanza junto a la información negativa. Si no lo han hecho están a tiempo de  hacerlo. Otro elemento para ponderar fue la presencia espontánea de 9 presidentes latinoamericanos y cancilleres de todos los restantes, una adhesión que supera el protocolo.

El humilde aporte de este blog será publicar diariamente algún logro significativo del gobierno de CFK, citando fuentes inobjetables, como puede ser la misma contra, u otras. La nota que sigue a esta es un ejemplo: la información salió publicada en Clarín, edición en papel.