El domingo 25 a la noche la cadena CNN en español pasó un breve comentario sobre las elecciones municipales en Cuba ilustrado con imágenes de la gente votando en urnas colocadas sobre una mesa, similares a otras que hemos visto en otras partes del mundo. Comentamos: “alguien debió equivocarse: en Cuba no hay elecciones”. Fue una broma y una alegría al ver que finalmente se descorre un poco el velo sobre las cosas normales que pasan en Cuba, pero no duró mucho. Al repetirse el bloque, la noticia se anunció en los títulos pero no se brindó: ni las imágenes ni el comentario en off del locutor.
Hoy la noticia de las elecciones está en Página 12: “cerca de 8 millones de ciudadanos se acercaron a las urnas para elegir a más de 15 mil delegados municipales en la isla”. pero no la vimos en Clarín. Sin embargo, alguien debió descuidarse en este medio porque en una nota sobre otro tema -el bloqueo norteamericano- leemos “el presidente del Parlamento cubano, Ricardo Alarcón, reclamó ayer al gobierno de los Estados Unidos que levante el embargo económico a la isla, aunque sea por un año”. Lo que concierne a esta nota es lo que sigue: Alarcón…”habló con la prensa tras votar para las elecciones en un colegio electoral en La Habana” (sic). Bravo Clarín! Entonces, ¡hubo elecciones en Cuba! ¡Hubo Prensa ante la cual hacer declaraciones!
La pregunta, entonces, es ¿por qué no informan los medios sobre un hecho normal pero que se nimba de enorme importancia cuando se lo niega? Hace poco leímos con profunda vergüenza ajena que un abogado -se llama a sí mismo “jurista”- escribía en alguna lista que integro: “estos tipos -se refería a los cubanos- no han hecho elecciones en 50 años”. No contestamos, claro.
Buscando con buena voluntad las causas de las afirmaciones sin fundamento que se machacan insistentemente como verdades, aparece nítida la influencia de los llamados “medios de comunicación”. La población habla de “política” repitiendo lo que lee en los periódicos, escucha en las radios o escucha y ve en la televisión.
Nadie pretende que sobre política opinen los que tienen estudios universitarios sobre la materia -no sería garantía tampoco- ni siquiera que los ciudadanos se preocupen de escuchar a los sectores enfrentados -“las dos campanas”- antes de formar una opinión. En rigor, el problema no es de la gente sino que lo han creado los medios direccionados por intereses económicos. Por lo tanto, es responsabilidad de quienes tenemos un concepto diferente del valor de la información para generar opinión pública el brindarla con amplitud y de modo accesible a la par que señalamos las fuentes confiables donde buscar.
Afortunadamente, los medios electrónicos están permitiendo ahora contar con una prensa alternativa que diversifica el espectro de opiniones, enfoques y puntos de vista, permite contrastar unos medios con otros y también descartar la opinión sobre información, de la información sin opinión -aunque esta también puede ser manipulada por el recorte que se hace sobre la realidad a informar.
Por cierto, aquellos que se han formado una opinión y no están dispuestos a cambiarla no necesitan cuestionar nada, ni escuchar otras voces y menos aún comprobar si algo cambió respecto de la educación que les diera una dictadura o algún tipo de dogma civil. El que cree que sabe ya no podrá aprender.
Con Cuba ocurre eso. Escribimos hace unos días que había comenzado una nueva campaña mediática contra Cuba, llevada a cabo por los medios norteamericanos y sus filiales europeas. En rigor, hace cincuenta años que los Estados Unidos están en campaña contra Cuba, pero esta vez, hay más voces verdaderamente independientes alertando sobre la falsedad de la información que ellos difunden
Mañana seguiremos con el tema de las elecciones en la democracia participativa de Cuba, donde los candidatos no dependen de la publicidad paga en los medios para hacerse conocer y difundir sus propuestas -como en Argentina- y donde se vota a personas y no a partidos. Otra forma de democracia.