Cuentan que el calor aprieta en el campamento de refugiados donde se realiza el FiSahara pero las opiniones de los visitantes que debutan van hacia otras dificultades. La primera, claro, es la más impactante: las condiciones de vida. Tras eso, la más importante: la necesidad urgente de resolver el tema de la soberanía de la República Árabe Saharaui Democrática (RASD). A cualquiera le cuesta entender la terquedad marroquí y la inoperancia de las instituciones -como la ONU- que se ha dado el mundo para resolver en paz los problemas entre naciones.
En este caso, la ocupación del territorio y el desalojo de los habitantes del Sahara Occidental, hasta 1976 colonia española, por parte de Marruecos mediante la llamada Marcha Verde. Desde entonces 35 años de obstinación marroquí, desoyendo las resoluciones de la ONU para que se realice un referéndum de autodeterminación, han llevado a esta insostenible situación de sufrimiento para los saharauis que tuvieron que exiliarse en territorios de Argelia.
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“Mar Regueras, Alberto Ammann, Víctor Clavijo y Antonio de la Torre son los actores debutantes del FiSahara” -los novatos- según apunta una crónica de El Mundo.es “Defienden sus posturas con pasión, mientras acarician sus cámaras de fotos. Han venido a vivir la experiencia, a inmortalizarlo todo y están deseando salir a mezclarse con los saharauis”, resume EM. “Mar pide a unos niños que se fotografíen con ella mientras Ammann admira las pinturas reivindicativas que adornan un enorme camión. Les quedan escasas horas para mostrar su trabajo en el cine a los saharauis como parte de la agenda del festival. Cada uno da lo que tiene”.
No es necesario estar presente para advertirlo: el FiSahara es un hecho de alto impacto. Mientras los refugiados sienten que el mundo llega hasta ellos y reciben la cultura como un bálsamo sobre las duras condiciones que la vida les ha deparado, los visitantes sienten que la injusticia les oprime el corazón. Pero saben que ese será un buen acicate para salir a remover conciencias.