(Tercera Nota de Tres. La OTAN y Latinoamérica)
“Recordemos que en el imaginario capitalista la privatización de las fuerzas militares es perfectamente posible y se ha avanzado en esa dirección”. La aseveración aterroriza y se vuelve inaceptable para el psiquismo pero eso no significa que sea inviable. De hecho, las tropas son pagas en la mayoría de los países, están al servicio de la industria de armamentos y ambas actividades se necesitan y complementan.
Señalamos en la nota anterior que la OTAN está deliberando acerca de su nueva operativa y en franca expansión. No se trata ya de los países miembros sino de los que llaman -con lenguaje mercantil- “países proveedores de tropas”, categoría donde se incluye a “Australia -el que más soldados aportó a Afganistán-, Armenia, Azerbaijan, Bahrein, Colombia, Egipto, Georgia, Nueva Zelanda, Singapur, Corea del Sur y los Emiratos Árabes Unidos”. (www.voltairenet.org/article164265.html)
Como parte de su expansión geográfica hay que apuntar la base militar en las islas Malvinas, Atlántico Sur, lo que constituye una curiosidad ya que el nombre indica que es una Alianza de países del Atlántico Norte. De ahí que digamos nuevamente que esta Alianza no tiene ya un carácter defensivo geográfico sino que es el apoyo militar del expansionismo norteamericano que se ha atenuado por sus contradicciones internas, pero no ha desaparecido. Sobre este tema de Malvinas como base de la OTAN, el Mopassol ha producido notas interesantes que se pueden consultar en http://www.mopassol.com.ar/
El avance de la OTAN -este es otro aspecto peligroso- está en relación directa con la creciente debilidad de la Organización de Naciones Unidas, cuyas resoluciones son burladas por el incumplimiento permanente. El caso paradigmático es el Estado de Israel, pero otro tanto pasa con Marruecos respecto del Sahara Occidental, Gran Bretaña con Malvinas y así siguiendo.
Marcamos en el desarrollo de estas tres notas que hoy, más que en otros momentos, está en juego el control de los recursos energéticos ya que los principales miembros, los EE.UU. y la Unión Europea, tienen una supremacía basada y dependiente del control que tengan sobre esos recursos. Este es un objetivo estratégico.
En el caso de Latinoamérica hay que agregar los recursos naturales relacionados con la supervivencia de la humanidad, como el agua y la biodiversidad. No sería ajeno a esto el interés por instalar una base militar permanente en la “Triple frontera” (Argentina, Brasil y Paraguay), con el pretexto del combate al narcotráfico y al terrorismo.
Para los escépticos recordamos que los mayores conflictos bélicos actuales (Irak y Afganistán) han tenido como razón los recursos energéticos. Las palabras del general John Abizaid en la Universidad de Standford fueron: «Por supuesto que es por el Petróleo, realmente no podemos negar eso». Esto significa que, más allá de las “transformaciones” que se discuten, esta línea estratégica se mantendrá y es la principal razón por la que hay guerras en África -lo dijimos: para imponer gobiernos afines- y comiencen a actuar en Latinoamérica, como ocurrió en Honduras, país donde hay una base de los Estados Unidos.
Las bases militares en América Latina -todas las bases de los Estados Unidos son bases de la OTAN, más la británica en Malvinas- y la presencia de la IV Flota con libre ingreso a puertos peruanos son posibilidades ciertas de intervención militar en nuestra región. Esta amenaza es un dato de la realidad y tomado como tal no debería condicionar nuestras políticas de integración porque este camino de la segunda y definitiva independencia es el único que vale la pena recorrer y que -sumado a otros factores- puede hacer variar las condiciones geopolíticas.