Entre tantas cosas y, sobre todo, por el empecinado afán de denunciar la injusticia, alertar peligros e intentar parar los atropellos contra tanto hermano que sufre discriminación, se nos ha pasado el dar parte de las noticias positivas, como habíamos prometido días atrás. Aquí estamos para cumplir con eso y dar información que ayude a contrarrestar la campaña mediática de “la contra” en Argentina.
Lo primero, por importante y por reciente, es el tema de las jubilaciones. Recordemos que durante los años 90 cuando todo el mundo decía que Argentina era un modelo de neoliberalismo -también se dijo ese disparate de Islandia y de Irlanda- el haber jubilatorio era de unos 190 pesos. Vino después el presidente radical Fernando de la Rúa y, con el pretexto de una emergencia, les quitó a los jubilados un 13 por ciento. Así vivieron nuestros padres o abuelos hasta la llegada de los Kirchner al poder: manifestándose todos los días miércoles ante el Congreso para pedir un aumento. Todos los días morían algunos sin conseguirlo.
En 2003, en elecciones democráticas y con un bajo porcentaje de los votos, fue consagrado presidente Néstor Kirchner. Desde entonces a hoy los jubilados comenzaron a tener aumentos regulares y extraordinarios que llevaron la jubilación mínima desde los magros pesos “radicales» a los 1.046 actuales (alrededor de 262 dólares o 200 euros).
Ayer, la presidenta anunció que se sumará una suma fija de 500 pesos (125 dólares o 94 euros) para fin de año, adicional al monto habitual y al aguinaldo, para todos los jubilados que ganan hasta 1500 pesos El beneficio alcanza a 4.662.000 personas que constituyen el 83,6 por ciento de la totalidad de jubilados del país. Es la tercera vez que se entrega un “bonus” para las fiestas de fin de año. Falta todavía, pero se va por el camino correcto.
La medida -explicó la presidenta- tiene como objetivo la «profundización de la tarea de redistribución del ingreso que inició el ex presidente Néstor Kirchner en el 2003”. Esto es posible porque «el Estado ha recuperado la administración de su economía» y porque «piensa en sus hombres y mujeres de la tercera edad».
Los incrementos de los montos de jubilaciones y pensiones es una de las noticias positivas que benefician a los argentinos mayores. Pero hay que recordar que muchos de ellos accedieron al sistema a partir de los 62 años las mujeres y 65 años los hombres, con independencia de los aportes realizados, ya que mucha gente ha trabajado “en negro” -los empleadores no hicieron aportes- y no puede presentar recibos de sueldo. Una medida justa y sin precedentes.
La ampliación del universo de pensionados y jubilados significa también la incorporación de esas personas a la obra social PAMI (Programa de Atención Médica Integral) posiblemente la más importante y calificada de América Latina. “De sus 4.385.619 afiliados casi un millón de ellos cuenta con la asistencia médica del cien por ciento”, mientras que “en 2004 sólo 9.000 recibían ese beneficio”, explicó CFK. Según una encuesta los afiliados la consideran “una medicina de alta calidad” y sólo hay alguna queja puntual por el servicio odontológico. Esto se complementa con descuentos en medicamentos del 80 por ciento que, en casos de necesidad acreditada, se entregan gratuitamente.
La señora presidente destacó que «en base a este modelo podemos seguir ampliando el universo de la inclusión social». Y se preguntó: «¿De que vale tener un gran PIB, o ser la primera potencia en el mundo, si no se incluye o se deja a la gente tirada?».
La respuesta está en los hechos y no requiere palabras.