Wikileaks y Julián Assange no han dejado de ser noticias en los últimos meses del año. Hoy día 27, el periódico The Sunday Times informó a sus suscriptores que el famoso australiano aceptó escribir su autobiografía a cambio de alrededor de 1,3 millones de dólares. “Lo hago por dinero” afirmó Assange quien se queja de haber “gastado £200.000 en costos legales” y, además, dice: “necesito mantener a WikiLeaks a flote”. Las editoriales son la norteamericana Alfred A. Knopf y la británica Canongate Books Ltd. Recordemos el caso.

Las primeras revelaciones de Wikileaks -12 y 25 de julio de 2010-  fueron impactantes y dejaban mal parado al Pentágono y al sector militarista de los Estados Unidos. Fueron hechos producidos entre el 1 de enero 2004 y el 31 de diciembre de 2009. Pero lo que dejaron ver no era algo que no supieran los analistas o el público que sigue las noticias internacionales. El gobierno demócrata de Barack Obama aparecía como un continuador de la política belicista, de la ocupación de territorios para apoderarse de los recursos naturales,  de muertes de civiles de cualquier condición sin motivo, de vuelos ilegales sobre otros países, de mantener cárceles secretas, de detenciones ilegales, torturas y otras violaciones a los derechos humanos elementales en y fuera de su país; de suspender las garantías individuales a sus propios compatriotas y otros residentes en su  territorio, de escuchas telefónicas, etcétera.

Todas, insistimos, acciones que se conocían y habían sido aceptadas por militares o funcionarios de la Casa Blanca. ¿A quiénes perjudicaban? A quienes menos interés tienen en dar una buena imagen; a quienes la imagen de “malos muy malos” les resulta halagadora: los militares. La imagen de Obama también era dañada al aparecer como un inoperante sin poder real. Cosa también sabida después de esfumarse el destello diferente que duró poco más de cien días.

Por si hay dudas el portavoz del Pentágono  Geoff Morrell * ha sido claro respecto de que la difusión de los documentos no les perjudica: “el Secretario de Defensa simplemente no cree que esta situación pueda impactar demasiado contra las Fuerzas de Estados Unidos o contra su prestigio”, y a dicho, además, que: “el mundo no se relaciona con nosotros porque les gustamos o porque nos tienen confianza. Pactan con nosotros porque no les queda otro remedio”.

A nuestro juicio -en coincidencia con muchos analistas- fue un buen anzuelo tirado al mar de noticias por las agencias que siguen la política del Pentágono. En la segunda “revelación”-difundida en octubre y noviembre y referida a hechos de este año se confirmaron estas presunciones: la información distribuida -aún siendo secundaria- estaba destinada a perjudicar al Departamento de Estado -léase Hilary Clinton- y al propio Obama. Se trata de chismes pero el chisme tiene impacto popular y le han restado crédito al Presidente demócrata, quien parece no tener ya otro rol que el de entregar el poder a un próximo presidente republicano.

Luego aparecieron  todo tipo de noticias que hacen el juego a las teorías conspirativas y que intentan que la gente imagine la política internacional como un video juego inaccesible y complicado. Lo primero fue descalificar al responsable de la publicación de los documentos acusándolo de dos delitos absurdos: tener relaciones sexuales consentidas con dos señoritas y no usar preservativo. Más tarde se habló -se sigue hablando- de ciber guerra; de guerra asimétrica entre Wikileaks y Washington,  poniendo el acento en la desigualdad de recursos pero dando por hecho que hay una guerra; más cerca en el tiempo surgió un grupo disidente de Julián Assange, que fundó un nuevo sitio, por si el otro pierde credibilidad: “OpenLeaks”.

El destino de Assange no es lo más importante en este caso. No lo es cuando un espía, doble o simple, es capturado. Ya se sabe: negarán toda vinculación con él y acomodarán las partes molestas de las leyes -“impedimentos”, como que no es estadounidense- para dar a cualquier abuso la pátina de legalidad que le preocupa al Departamento de Justicia. Eric Holder, el fiscal general de los Estados Unidos, ha dicho en referencia a la objeción de que su gobierno no puede juzgar a un australiano, que “van a colmar con rapidez las deficiencias en la actual legislación estadounidense”. Esto es, van a rediseñar la Ley de Espionaje. En verdad, ha sido muy útil la difusión de  los chismes de embajada que reveló Wikileaks para fortalecer al Pentágono frente al Departamento de Estado, desprestigiar aún más a Obama, endurecer leyes y justificar “medios” para ganar la guerra. A favor del progresismo apuntemos que ha ayudado a una difusión más amplia -no masiva- de entretelones y secundariedades.

Lo que sí parece preocupar a Washington es la posibilidad de ataques de hackers trabajando para otras potencias -chinos o rusos en sus hipótesis más afiebradas- o bien a título de aventura informática, que vulneren su sistema financiero,  o sus sistemas de alertas de misiles intercontinentales o proyectos militares secretos o… (Ponga aquí cualquier otra sospecha más o menos paranoica). Así esta el mundo.

* Geoff Morrell en Fox News el 01/12/10
Filtraciones más relevantes en el año 2010
1 Vídeo de asesinato de periodistas (12 de julio de 2007 Baghdad airstrike)
2 Diarios de la Guerra de Afganistán: 25 de julio de 2010
3 Registros de la Guerra de Iraq: 22 de octubre de 2010
4 Los papeles del Departamento de Estado: 28 de noviembre de 2010 (Cablegate)
5 Archivo insurance.aes256 (Aún no revelado)