Un Estudio difundido por la agencia “Democracy Now en Español» concluye que los medios masivos “de comunicación” dejaron de calificar al «submarino» como “tortura” una vez que se admitió públicamente que es una práctica habitual del sistema de seguridad policial y militar de los Estados Unidos.
Muchos amigos han preguntado y preguntan en qué consiste esa práctica perversa. Les contestamos tratando de no caer en truculencias. Consiste en sumergir la cabeza de la víctima en algún líquido -agua o una combinación de materia fecal con orina son los preferidos- hasta que manifieste síntomas evidentes de ahogo.
Los prisioneros sometidos a esta experiencia generalmente contienen el aire que tienen en los pulmones durante uno, dos o tres minutos, mientras se debaten con desesperación. El compromiso corporal ante el peligro de muerte dota al agredido de una fuerza física muy grande y si está sujeto por dos o tres personas muchas veces logra sacar la cabeza del agua. Pero si está atado con un material resistente o se le carga un peso sobre la espalda, aumenta sus lesiones con la resistencia que, por otra parte, es inevitable. Como es de suponer, con la repetición la posibilidad de aguantar se debilita aceleradamente -variando el tiempo de un sujeto a otro- y finalmente el torturado inhala el líquido en el cual ha estado sumergida su cabeza, ahogándose en él. Sólo la práctica vuelve avezados a los torturadores para detener la acción a tiempo, o bien para resucitarlo si se pasó el limite, pero esto ocurre sólo con un prisionero importante.
Lo que sigue es la síntesis que comunica el boletín del 1 de julio del programa de radio y televisión Democracy Now: “Un nuevo estudio indica que los medios corporativos de Estados Unidos modificaron drásticamente la utilización de la palabra “tortura” luego de que su práctica por parte de Estados Unidos se difundiera ampliamente durante el gobierno de George W. Bush.
«Los investigadores de la Universidad de Harvard descubrieron que los periódicos casi uniformemente describían la práctica conocida como “el submarino” como tortura en la década del 30. Pero cuando fue revelada como una táctica común aprobada durante el mandato del Presidente Bush -y que no ha sido abandonada hoy- los mismos periódicos dejaron de utilizar la palabra “tortura” casi por completo. Mientras que el New York Times previamente había calificado al submarino como una forma de tortura en el 81,5% de sus artículos, entre los años 2002 y 2008 lo calificó como tortura únicamente en un 1,4% de sus artículos”.
En otras palabras, si es un procedimiento habitual, no es tortura. O bien, si lo aprobó el Presidente de los Estados Unidos de Norteamérica no hay que calificar la práctica porque se le dan elementos a los “enemigos”. Es un buen ejemplo de cómo las empresas periodísticas se alinean con el poder. También, del grado de moralidad de la sociedad económicamente más desarrollada del mundo.