El papel de Silo en la Marcha Mundial por la Paz y la No Violencia –fue su inspirador- estuvo acotado en la faz pública a la conferencia en Berlín, en la cumbre de Premios Nobeles, el 11 de noviembre de 2009 (ver blog). Su apoyo fue concreto -tuvo múltiples formas- y su cercanía con los organizadores fue constante. Pero se mostró esquivo a realizar acción alguna que le restara protagonismo a las organizaciones del Movimiento Humanista y las muchas otras que empujaron diariamente esa empresa gigantesca.
Confieso que estaba entre los que esperábamos su palabra en el sitio donde escuchamos en 1969, 1999, 2004 y 2007 sus emotivas, profundas y didácticas simplificaciones de la doctrina del Nuevo Humanismo. Pero, al no estar como centro manifiesto, quienes no lo conocen comprendieron la magnitud de su papel dentro del humanismo.
Acerca de Silo en el cierre de la marcha mundial, Cecilia Amadeo, redactora del diario UNO titulo su nota: “Deben seguir marchando” fue la arenga de Silo a sus seguidores, señalando en la bajada del título: “El mendocino fue la gran atracción del cónclave que terminó en Punta de Vacas. Los movimientos del fundador del Movimiento Humanista fueron el imán de la jornada. No dio un discurso público”.
La crónica, fechada el 03 de enero de 2010 dice así:
“Más delgado que en oportunidades anteriores pero con el espíritu intacto como hace cuarenta años, Mario Luis Rodríguez Cobos, más conocido como Silo, fundador del Movimiento Humanista e inspirador de la Marcha Mundial contra la Paz y la No Violencia, apareció en silencio en el Centro de Estudios del Parque de Reflexión de Punta de Vacas, acondicionado para atender a periodistas de todo el mundo, tras la breve conferencia de prensa que brindó parte del equipo base internacional.
“Vestido con un pantalón gris y una camisa y pulóver negros, se sentó a una computadora, abrió Internet, miró noticias del mundo y cuando Diario UNO intentó dialogar con él, muy amablemente declinó el contacto, “tal como habíamos quedado”, recordó.
“Sin embargo, reconoció su alegría ante la convocatoria al decir: “Me siento muy bien, muy contento como siempre, pero no voy a dar una nota, tal como habíamos quedado. Pero bueno, has hecho tu intento y por eso te merecés un besito. Nunca hay que dejar de intentar”, le dijo, entre risas, a la periodista de este diario.
“Minutos después, acompañado por dos hombres de seguridad muy poco parecidos a patovicas, más tres o cuatro mujeres que se autodenominaron jocosamente “la guardia pretoriana”, Silo partió a recibir simbólicamente al grupo de marchantes a la puerta del parque. Allí lo esperaban, entre otros, Rafael de la Rubia, coordinador internacional de la marcha.
“El largo sendero entre el Centro de Estudios y la entrada fue flanqueado a paso lento por la multitud que se acercaba a saludar a Silo y pedía sacarse fotos con él. De muy buen genio, el líder aceptó todos los besos y abrazos y posó para todas las fotos.
“Quince minutos después, casi llegando a la puerta, la marcha ya había hecho su ingreso y al toparse de frente con Silo, De la Rubia le pidió que se uniera. Y así fue “pero sólo porque me lo piden ustedes. Ustedes son los protagonistas, ustedes deben seguir marchando”, les dijo. Pero sus seguidores no lo escucharon, lo tomaron del brazo, le dieron un banderín naranja (color característico del Movimiento Humanista) y lo incluyeron en la caminata final hacia el escenario.
“Todos los saludaban al grito de “Paz, fuerza y alegría”, simbolizados con el dedo pulgar para la primera, el índice para la segunda y el medio para la tercera.
“El final de la marcha se estaba acercando y una vez más, sin quererlo, Silo fue protagonista, en ese mismo parque donde hace cuarenta años arengó a unas 200 personas con su “curación del sufrimiento” y dio nacimiento a la filosofía y al mito”.