Como es costumbre les comunicamos que ya está disponible la Newsletter #551 de Monografías.com y les anticipamos la nota editorial de Mora Torres.

Esa cosa insensata, trivial… –  Editorial

Un barco se hundió hace doscientos años y una moneda de oro se hundió con él (Sobrevivir en el naufragio). Hubo diecisiete tormentas, fatales, azarosas. También estamos hechos de azar. Los hechos de nuestra vida son como las monedas que los naufragios y las tormentas arrojan o no arrojan a la arena (El azar). Los libros, las visiones, son como la moneda que llega o que no vuelve nunca. Tengo ante mí a «Shakespeare» en Borges obras completas porque compré el libro (La Tempestad de Shakespeare y una visión en la literatura latinoamericana), pero compré el libro porque un millón de azares prepararon éste. Un ramo de azares: de niña aprendí a leer; a mi papá le gustaba leer; gané un concurso escolar que me cruzó con el Bonzo que me cruzó con Hugo Mandón que me cruzó con el Flaco Pagés -el gran José Luis, el gran cuentista-, y con Enrique Butti (El Fantasma del Teatro Municipal, de Enrique Butti). Y me crucé al fin con Ernesto Costa, que hoy o mañana presenta uno de sus libros y a quien desde aquí mismo quiero saludar por El pez y su ceniza.

Todos fueron mis maestros, no sé que maestría dominaré, pero me legaron conocimientos sobre cuestiones muy diversas (Maestros en convivencia: habilidades conversacionales).

Y ahora de pronto aparecen ante mí libros que hace mucho tiempo no encuentro ni frecuento, aparecen como monedas de oro, como si las cosas giraran en la casa al compás de no se sabe qué azar, o bien, qué destino (El destino del hombre).

Y la coincidencia es significativa, diría el maestro Jung. De pronto encontré en mi biblioteca, sin buscarlo, la Política del espíritu, de Paul Valéry, con su magnífica y ominosa frase: «Vosotras, civilizaciones, sóis mortales…», que parece tan aplicable a cualquier rincón de la actualidad (Jorge Guillén o El paraíso, no su sombra).

El diario íntimo de Eugène Ionesco

Entre esas monedas que el mar arroja apareció una rarísima, el diario íntimo de Eugène Ionesco, llamado -al ser editado por Gedisa, Buenos Aires, 1989- La búsqueda intermitente.

Y lo abro, y no logro saber con exactitud a qué años corresponde, pero seguro que a los últimos de vida del gran dramaturgo y novelista, más o menos por algunas referencias calculo que entre 1983 y 1986.

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