El concepto de economía de muerte es de Richard Barnet pero lo leímos en un libro de Dieter Senghaas, autor de “Armamento & Militarismo,” texto publicado por Siglo Veintiuno Editores S.A. a mediados del 76, que nos llegó gracias a Jorge Daniel D’Alesio.

Creo haberlo expuesto a propósito de materiales que escribimos para fundamentar la Marcha Mundial por la Paz y la no Violencia a comienzos de  2009, pero es válido repetirlo, sobre todo ahora que estamos a las puertas de una nueva celebración del 2 de octubre, Día de la No Violencia.

Explica Richard Barnet refiriéndose a los Estados Unidos contemporáneos: una economía de muerte (Economy of death) no se refiere sólo a la industria del armamento sino a todo el sistema social norteamericano, con las ideologías en él predominantes, su estructura de dominación y su división del poder entre algunos grupos y sus prioridades nacionales militarizadas, que son la base de las estructuras políticas y socioeconómicas…”

Herbert Schiller y Joseph Phillips,  autores norteamericanos piensan algo semejante cuando escriben: “La batalla por el complejo militar-industrial se amplia…porque el componente militar no puede considerarse una añadido, un mero ornamento, si el capitalismo norteamericano espera conservar su posición de predominio internacional y su estabilidad económica interna tales y cómo hoy están. ¿Qué sería, por ejemplo, de las empresas “multinacionales” (etiqueta de relaciones públicas para designar a compañías que en el fondo son norteamericanas) que operan en muchos mercados de otras naciones? ¿Cuáles son, en realidad las posibilidades operativas a largo plazo (digamos en los próximos 20 años) de tales compañías sin el apoyo siempre presente de las tropas norteamericanas, constantemente listas para intervenir? ¿Qué sería del auge de los bienes de capital, que dura ya 25 años y que en gran parte se mantiene gracias a más de 1 000 000 millones de dólares de recursos públicos destinados a la industria del armamento y a una producción casi militar?”

La fabricación de armas emplea millones de trabajadores -en aquellos años 70 eran 6 millones-  y producen grandes ingresos. Pero la acumulación de armas nucleares y convencionales para acopio y uso propio en intervenciones militares y la ocupación de territorios por parte de los estadounidenses supuso –supone- enormes erogaciones de los fondos públicos. En la pasada Guerra Fría, sumados a la carrera espacial con la URSS, esos gastos fueron socavando la economía real de los EE.UU.

En un discutible pero fundamentado artículo especial para ARGENPRESS.info, Miguel Giribets escribió el jueves 29 de septiembre de 2011 un artículo titulado “La economía mundial volverá a estallar en 2012 (o antes)” De él extraemos un breve escrito sobre el armamentismo:

“La economía se hunde, pero la industria de las armas no hay quien la pare
Miguel Giribets

“Las ventas de armas en 2009 fueron un 8% mayores que en 2008, llegando a los 401.000 millones de dólares, con Estados Unidos a la cabeza. Los norteamericanos han casi doblado su gasto militar desde 2001.”

“EL comercio de armas ha aumentado un 24% de 2006 a 2010. Estados Unidos es el mayor exportador y la India el mayor importador (ante los era la China). Respecto a Europa, el secretario general de la OTAN, Anders Fogh Rasmussen, ha recalcado recientemente que debemos gastar aún más en armamento, porque así se solucionan mejor las crisis internacionales.”

“Según el informe de la UNESCO «La crisis escondida: conflictos armados y educación», muchos países gastan más en armamento que en educación primaria (no hablamos sólo de países del Tercer Mundo, pues los Estados Unidos está en este grupo), y que “con el dinero que gastan los países ricos en defensa, en solo seis días se podrían recaudar esos 16 000 millones necesarios para alcanzar en el 2015 los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM) relacionados con la educación.”

“En la actualidad, más de 28 millones de niños no reciben educación alguna porque sus países atraviesan alguna forma de conflicto armado.”

Economía de muerte, sin duda.