Este escrito es de 1983 y se refiere a un segmento de un trabajo con imágenes para movilizar la Fuerza denominado Oficio: una ceremonia habitual y muy conocida entre los humanistas y al alcance de cualquier persona. Lo han pedido algunos amigos que siguen el blog y me parece vigente a pesar de sus 25 años. Decíamos entonces:
Todos sabemos que el Oficio está compuesto por tres grandes prácticas efectuadas sintéticamente, y una meditación sobre un tema también fundamental: los Principios de la Acción Válida . Respecto de las prácticas, la primera es el de relax físico, interno y mental . El relajamiento nos da la condición adecuada para el desarrollo completo del Oficio y es, en sí mismo, una importante experiencia.
La segunda es el trabajo con la Fuerza, una de las prácticas fundamentales de la Doctrina de Silo y una vía importante para el crecimiento interno.
La tercera es la que conocemos como “pedido” y se efectúa luego del trabajo con la Fuerza. Acerca de ella es que queremos aportar algunas explicaciones.
La experiencia aconseja: “Con esta Fuerza que hemos recibido, concentremos la mente en el cumplimiento de aquello que necesitemos realmente”. ¿Y qué hacemos entonces? Resumiendo todas las operaciones mentales involucradas, diremos que: imaginamos la situación positiva que necesitamos, nos concentramos fuertemente en ella y sentimos la emoción que esa imagen positiva nos produce. Hacemos esto durante unos pocos minutos, y con este tono concluye la práctica total del Oficio, respondiendo al saludo del Oficiante con nuestros mejores deseos, con nuestra mejor intención: la de que todos tengamos Paz, Fuerza y Alegría.
Esto que hacemos está muy bien; es exactamente así, pero ocurre que no todos logramos el importante beneficio que produce la práctica del pedido. Alguno puede decir que es poco el tiempo que se dispone para ella; otro, que no conoce cómo hacerlo mejor; otro que él sí efectúa esta práctica con un gran beneficio. Pidamos a este último un poco de paciencia y tratemos de dar más elementos a los que necesitan perfeccionar su manera de hacer el pedido.
El pedido es un trabajo de comunicación con uno mismo.
La convicción de que es únicamente en el trasfondo de uno mismo donde vamos a encontrar lo que buscamos es indispensable para tener la actitud correcta frente a la práctica, que no es, por cierto, la actitud de mendigo, de suplicante.
Lo primero entonces, que ya viene favorecido por el relajamiento y el contacto con la Fuerza, es la inmersión profunda en un estado de armonía cuya evidencia es el silencio interno. Al comenzar el pedido, nos sumergimos en nosotros mismos sin temor y sin resistencias, sin prestar atención a las imágenes que pudiesen aparecer, hasta que poco a poco, desaparezcan.
Así llegamos a un contacto completo con todo nuestro ser, que se puede describir como una percepción generalizada de nosotros mismos y que, por tanto, no se concreta en una imagen particular.
Este es el primer logro de esta práctica: la comunicación con uno mismo.
Alcanzado este estado, concentramos la mente en la imagen de aquello que realmente necesitamos. Esta concentración, hecha desde un estado de total contacto con uno mismo, tiene una fuerza incontenible.
Reparemos ahora en lo que debemos pedir, ya que hemos comentado cómo hacerlo.
Debemos pedir lo que necesitemos, no lo que caprichosamente se nos ocurra. Es verdad que, si se ha cumplido el primer paso, no aparecerán imágenes volubles o antojadizas, pero es bueno advertir sobre la eficacia del pedido. Se pide lo que se necesita para uno, para otros o para todos, según las ocasiones. Por ejemplo, sabemos por experiencia que pedir por la Obra Común, por la expansión de la Doctrina, es pedir por una totalidad que nos incluye como todo y nos exalta como parte.
En este momento del pedido hay un requerimiento interno que es exigencia por carácter de necesidad.
Esta es la clave de la eficacia del pedido: la necesidad y la fuerza que se ha reunido para demandarnos a nosotros mismos. Sólo así se logra desencadenar una acción externa coherente. Repitámoslo. El que sabe pedir así, concentrando la mente en la imagen de lo que necesita, obtendrá lo que busca porque ya lo tiene, y sólo debe descubrirlo en sí mismo
Representada en la mente la imagen adecuada, la que es necesaria y positiva, la emoción que produce visualizar lo que necesitamos y vamos a obtener, debe ser experimentada y asociada a la imagen.
Dejemos actuar la emoción libremente, pero sepamos que cualquier manifestación catártica en este caso es indicador de que no se visualizó la imagen adecuada, o no se le asoció una emoción positiva. La catarsis, si ocurre, es indicador de error. En cambio, si sentimos que nuestra respiración se amplía, y una confianza muy firme nos gana, y nuestra disposición para obrar crece, podemos estar seguros de que nos acercamos bastante a un buen trabajo.
Digamos también algo muy importante que ocurre más tarde.
Según hemos comentado hoy, en el pedido hay un componente que podríamos designar, desde una perspectiva más sicológica, como intelectual (la representación de la imagen) y otro componente de carácter emotivo (la emoción que se despierta y uno asocia a la imagen). El Trabajo sobre esos centros de respuesta al mundo provoca, con posterioridad a la experiencia, una actitud motriz dirigida al cumplimiento de tareas necesarias. Esta acción, este pedir obrando, habrá de ser fundamental para alcanzar aquello que necesitamos para nosotros y para otros.
Esto es lo que queriamos comentar hoy sobre la práctica del Pedido, un aspecto del Oficio, en base a explicaciones ya dadas sobre el tema.
Agregamos ahora una recomendación práctica. Si se carece de experiencia suficiente para hacer el pedido en el breve tiempo con que se cuenta en el Oficio, la ejercitación será provechosa. Este adiestramiento se puede hacer separando el Pedido de la práctica del Oficio y efectuándolo como un ejercicio en sí. Verán entonces similitudes fundamentales con las diferentes formas de trabajo con el Guía y ambas prácticas se reforzarán.
(…)
Luis Ammann, reunión de Consejo en el Hotel Savoy, Buenos Aires, 1983. Más información en La Mirada Interna y El paisaje Interno, Obras Completas de Silo, Editorial Plaza y Valdez, México 2004. También Autoliberación, L. A. Ammann, Ed. Altamira Buenos Aires, 2004