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Recuerde que con sólo enviar sus trabajos para publicar en Monografias.com ud. ya participa. Mes a mes se seleccionará un nuevo ganador.

Lo que sigue es parte del editorial de este número

«Las manos»

Por Mora Torres

«Anoche soñé (La Depresión). Los sueños pueden ser las historias más bellas del mundo, aun cuando incluyan al terror que a muchos deleita (El cuento de terror), o las más melancólicas (Cuentos y fábulas infantiles), o las más venenosas (Las pesadillas y los terrores nocturnos -temas de la niñez-).   Lola, mi nieta de dos años como es bien sabido por todos ustedes -tal como saben de Antonia, mi nieta de catorce-, Lola, digo, me contó una mañana mientras desayunábamos alimento para bebés, café y tostadas, que acababa de soñar con vacas que viajaban en moto por la calle (A través de los ojos de los niños).» 

«¡Vacas adorables que cuidaron la noche de mi niñita!»  

«Esos son los sueños más hermosos del mundo.»  

«Antes de soñar, yo»  

«Antes de dormir, yo tenía entre las manos un libro llamado La escritura y la etimología del mundo, de Riccardo Campa (La escritura).   Cuando el autor habla del primer utensilio, es decir de las manos (Antropología social, cultural y biológica), dice -espérenme, voy a buscar el libro y lo copio, porque su síntesis es irreemplazable:  

“Al pasar  a la posición erecta el homínido liberó las manos, usándolas desde entonces en adelante para fabricar algo, y una vez liberadas las manos de toda función locomotriz,  también la cara se vio eximida de sus tareas precedentes, liberada (…) de la pesada y penosa función de procurar el alimento. La cara pudo prolongarse entonces mediante un utensilio inédito, el lenguaje: la mano que libera la palabra es exactamente el hecho a que nos lleva la paleontología.»  

“He aquí cómo se presenta el cuadro de la humanidad durante algunos milenios: liberada una gracias a la otra, tenemos por un lado la mano -el gesto- y sus funciones artesanales, por el otro la cara -la palabra- y sus funciones fonéticas. ¿Y la escritura? Esta, naturalmente, es un retorno a la mano. Aun cuando su función es transcribir los sonidos de la palabra en los alfabetos (…) pasa nuevamente por la mano: el lenguaje retorna a ese pedacito de cuerpo cuya independencia le había permitido nacer.”  

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