El nombre oficial de Libia es Gran Jamahiriya Árabe Libia Popular y Socialista, pero se lo solía denominar Estado de las Masas o bien, como prefiere occidente, Libia. A secas.

Libia se independizó formalmente en 1951, bajo el reinado de Idris al Sanuris, quien de inmediato firmó la sumisión a las empresas extranjeras. La Esso, en primer lugar que pagaba el menor precio de mercado en ese momento por el barril de crudo. El petróleo de Libia, como se sabe, es el más puro del mundo y el que tiene el menor costo de extracción y de  refinamiento: hoy se lo estima  en un dólar por barril mientras que su precio de mercado en 2011 es de alrededor de 100. Luego ingresaron otras petroleras extranjeras: francesa, británica, alemana, española, italianas….

Gadhafi, de 27 años en 1969, derrocó al rey y desde el poder cambió los porcentajes que recibía Libia en beneficio de su país y creó una petrolera estatal, lo que fue  resistido por los intereses perjudicados; es decir, Estados Unidos, Gran Bretaña y Francia. Por alguna razón,  los mismos que 42 años después han bombardeado las poblaciones civiles.

Otro logro intolerable para los países agresores -hay enlace a un vídeo que recomendamos- fue la unificación del país y los logros económicos, políticos y sociales, con cifras impactantes como la tasa de desempleo en cero; salud y educación gratuitas, viviendas, un solo banco -estatal- que presta sin cobrar interés, etcétera.  Para tener un punto de comparación más conocido, la expectativa de vida y el producto bruto interno aumentaron hasta los actuales valores de Argentina, pero con sólo un 5 por ciento de miseria. En síntesis, Libia era uno de los países más desarrollado de África.

Muammar Gadhafi ha sido denominado de diferentes modos -dictador, tirano- por sus enemigos occidentales, que se empeñan en juzgarlo de acuerdo a sus parámetros culturales, ignorando los propios de la cultura árabe y, en particular, de la religión islámica en versión Sunita. En esta fracción del Islam los hombres providenciales tienen un valor superior a las formas democráticas, aceptadas por sus oponentes, los Chiítas. Según la leyenda, en la búsqueda del sucesor de Mahoma es cuando surge la escisión entre quienes creían que debía ser elegido por el voto de los jefes de las tribus (Chiítas) y quienes señalaban al marido de la hija de Mahoma (Sunitas) como el elegido. El liderazgo de Gadhafi debe ser entendido en ese contexto religioso y a la luz de los cambios producidos en el país por su acción de gobierno.

La descalificación del líder por su “fortuna personal, sus extravagancias y lujos” y otras calificaciones similares es típicamente occidental y, según testimonios de quienes conocen la sociedad libia, no parece haber tenido  mayor efecto en el pueblo.

Lo que está probado e incluso aceptado por el propio Gadhafi y su gobierno es la intervención militar en otros estados y la participación en atentados terroristas, algunos terribles, todos condenables. Una monstruosidad difícil de medir. Como lo es también que las naciones “civilizadas” del mundo aceptaran indemnizaciones en dinero como resarcimiento. O sea: condenaban el atentado, rompían relaciones diplomáticas y las restablecían cuando había una compensación en dinero. Resulta creíble la tesis de que actuaban “pour la galerie” porque no querían romper vínculos con el Gran Abastecedor del Mejor Petróleo. Incalificable.

En un programa de  la televisión estatal en Argentina el profesor de derecho internacional Jorge Taiana, ex canciller, mencionó cuatro probables razones para la intervención militar de la OTAN, en el contexto de la crisis económica mundial: 1, la cercanía de Libia con Europa; 2, la necesidad de garantizar el abastecimiento de petróleo con independencia del humor de Gadhafi; 3. asegurar el momento post Gadhafi -no es confiable el Consejo de Transición-; 4, cobrar viejas cuentas al líder árabe que desafió al Imperio.

La represión de Gadhafi -con aviones o sin ellos- a los grupos que se manifestaban en Trípoli y a las más nutridas protestas en Benghazi fue sólo el pretexto para que salieran los militares trabajados por la CIA a producir un enfrentamiento armado, con armas pesadas aparecidas «como por arte de magia.» Lo que ocurrió en Libia no es en nada parecido a los levantamientos de Túnez y Egipto,  masivos y pacíficos.

Es reiterativo contar lo demás. La sentencia de muerte de Muammar Gadhafi estaba firmada desde el comienzo y se hizo pública el 23 de agosto cuando se ofreció una recompensa millonaria por su captura “vivo o muerto”. Era demasiado peligroso llevarlo a un juicio -como exige el Derecho Internacional- porque sus declaraciones comprometerían a muchos miembros del Consejo Nacional de Transición y a varios líderes europeos, principalmente a  Nicolás Sarkozy.

http://www.youtube.com/watch?v=fZfDCIETsb4&feature=share