El segundo día del Tercer Foro tuvo una convocatoria excelente. Los organizadores han tenido el buen juicio de ofrecer un menú de temas que creaba conflictos a la hora de elegir el taller, el panel o la mesa temática a la cual asistir: todas atraían la atención. Si se intentaba  decidir por los conferencistas la mayoría eran personas reconocidas por su solvencia, su trayectoria o su emplazamiento. Un problema. Sin contar con otras actividades como las cátedras breves -eventos exquisitos como la música de una orquesta de cámara-  una muestra artística, las presentaciones de libros o una proyección de vídeos.

La decisión más sabia del grupo que se formó espontáneamente en un encuentro en la mañana fue separarnos para asistir a diferentes eventos y luego intercambiar. No se pudo. Al menos no hoy. Cuando volvimos a encontrarnos, al concluir la jornada, cada uno pretendía que su elección había sido la más afortunada.

Por mi parte, acudí a la convocatoria de los Troyanos del Sistema, en la Facultad de Sociales,  y participé de una interesante charla sobre los medios alternativos que coordinó el “Troyano mayor”, Néstor Elías.  

Más tarde, hubo un panel del cual cabía esperar lo mejor y sucedió: el temático sobre “Medios de comunicación en el proceso de integración latinoamericana” desbordó el horario estipulado con la gente atornillada a la silla por las  intervenciones sesudas, los enfoques interesantes, las anécdotas simpáticas y la cantidad de información que se brindó. Integré un grupo de escuchas -parecíamos “voyeristas”- tras la puerta cerrada, ya que  no alcanzamos a entrar  a tiempo.

Lo que escuchamos fue determinante para alcanzar el convencimiento de que -como  pueblo-  tenemos que dar opinión sobre un tema fundamental como es el tipo de información que queremos recibir. No hay otra que entrar a la cancha y transpirar la camiseta si queremos salir de la desinformación. Para decirlo rápido, hace falta una ley que garantice la pluralidad de medios de comunicación y regule el comercio en beneficio de la cultura. Un tema sobre el que habrá que volver.

Participé del panel “La solidaridad como herramienta para avanzar en la integración y desarrollo social de la región”. Los panelistas fueron Héctor Cabrera, secretario gremial de la Central  de los Trabajadores Argentinos (Hugo Yasky, movilizado al Congreso. no alcanzó a llegar); Andrés Leal Alvarado, de la Confederación Nacional del cobre de Chile; Oscar Laborde, embajador argentino en el MERCOSUR; Francisco Delgado, consejero de la Embajada de Cuba; Sixto Valdez de la Embajada de Bolivia en Argentina; y yo, Luis Ammann, humanista. Actuó como moderadora la licenciada Clara Serfaty de la delegación venezolana.

Hubo una primera ronda de exposiciones muy aplaudidas donde se señalaron dificultades, logros, condiciones necesarias para la integración y se ofrecieron propuestas de trabajo a implementar en colaboración con los gobiernos y desde las organizaciones no gubernamentales e incluso desde el Foro en comisiones de trabajo permanente. Los asistentes siguieron con atención las intervenciones y participaron con entusiasmo en las preguntas al panel. “Las  respuestas fueron precisas y dotadas de contenido” según expresaron un grupo de jóvenes que esperaron a la salida para seguir dialogando con los expositores. “Salió redondo, profesor», comentó uno de los camarógrafos.

En realidad, a todos los panelistas nos quedó el excelente registro interno del acto válido.

Olvidaba un detalle: los dos actos que comentamos fueron con la sala desbordando de personas -unas 300- que se sentaron en los pasillos y en cualquier espacio libre que encontraron. La organización filmó y grabó y estuvo hasta en los detalles más pequeños.
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