La Organización de Naciones Unidas (ONU) es una institución severamente criticada por gobiernos, políticos, analistas, organizaciones sociales e instituciones de la “sociedad civil” por una variedad de hechos u omisiones de los que fuera responsable. La organización misma es cuestionada y los ideales de post guerra han sido casi olvidados por el imperio de la parcialidad en la defensa de intereses económicos. Muchos ven ahora a la ONU como una organización gemela de la OTAN que actúan en el plano diplomático una y en el militar la otra, pero siempre al servicio de los intereses de los Estados Unidos de Norteamérica. Es lo que se ha visto cuando la ONU se apresuró a tomar una acción militar a través de la OTAN contra Libia en 2011 o, recientemente, cuando se fabrican oposiciones militarizadas con mercenarios como ocurre en Siria.
La críticas a la ONU van desde el “relativismo moral” conque ha enfrentado cuestiones como el genocidio y el terrorismo, a la eficacia para actuar previniendo conflictos, pasando por una obvia falta de democracia acentuada por la existencia del Consejo de Seguridad, donde quienes deciden son los miembros permanentes: cinco estados potencias nucleares EE.UU., Reino Unido, Francia, China y Rusia que además son los mayores exportadores de armas.
Desde luego que todas esas críticas tienen fundamento y caben muchas otras, de las cuales sólo citamos algunas para no abundar, como el apoyo a programas gubernamentales que han promovido esterilizaciones coercitivas (Perú/Fujimori); el monárquico poder de veto de una elite que puede paralizar una iniciativa aprobada en la Asamblea de voto democrático (John J. Mearsheimer afirma que «desde 1982, EE.UU. ha vetado 32 resoluciones críticas con Israel); o el “fracaso del Consejo de Derechos Humanos de la ONU al tratar el conflicto palestino-israelí” (Doru Romulus Costea).
Los logros de las Naciones Unidas, que no han sido muchos, han tenido alguno significativo, como la participación en el conflicto por los misiles soviéticos en Cuba, en 1962, donde U Thant, secretario general tuvo tanto que ver con un resultado -impedir una confrontación nuclear impredecible en sus consecuencias- como Nikita Kruschov y John F. Kennedy. Otro positivo:»El informe de 2005 de Seguridad Humana» documenta una “disminución en el número de guerras, genocidios y violaciones de los derechos humanos desde el fin de la Guerra Fría” y en casi todos los casos por acción de la ONU (Ver “Un análisis histórico detallado de la eficacia de las Naciones Unidas en la prevención de las guerras”). Aún con serios defectos la ONU es útil -si no existiera comprenderíamos mejor su papel- y -lo más alentador- es perfectible.
¿Tiene sentido, entonces, la aspiración de Palestina a una membresía en la ONU? Rotundamente, si. ¿Aún cuando no sea miembro pleno? Si, como un comienzo. Dicho sin estridencias, el ingreso de Palestina a la ONU con estatus de observador -como el Vaticano- es una victoria. Tan victoria es como fracaso el de EE.UU. e Israel en sus esfuerzos por impedirla. Es más: ambos países están recorriendo un camino que conduce al aislamiento diplomático, al parecer obnubilados por una visión errónea de sus propias fuerzas pero sobre todo, de la dirección que lleva el proceso mundial.
La votación realizada hace dos días ya es historia. La Asamblea General de Naciones Unidas proclamó a Palestina como Estado Observador. La votación arrojó el siguiente resultado: 138 votaron a favor, 41 se abstuvieron y 9 votaron en contra: EE.UU., Canadá, Israel; República Checa, Panamá, Palau, Micronesia, Nauru e Islas Marshall.
Antes de la votación el presidente de la Autoridad Palestina, Mahmoud Abbas, recordó en el pleno que “hace 65 años la Asamblea General adoptó una resolución que creaba el Estado de Israel” y “ese órgano tenía el deber moral e histórico de reconocer al Estado de Palestina”.
Ahora los palestinos han alcanzado en la comunidad internacional un estatus que -aún cuando sea insuficiente por no ser pleno- facilita la construcción de la paz y quita legitimidad a la violencia generada por Hamás y por Israel
Los humanistas reconocemos al Estado de Israel tanto como apoyamos la creación de un Estado palestino y nos esperanzamos con este logro diplomático. Se está en camino: ¡Enhorabuena!